Karneval an der Spree

Ole, Ole, Ole

Es lo que escuchamos el sábado cuando llegamos a la Plaza de Alejandro: el Alexanderplatz. El grito de guerra del carnaval en Berlín.

El viernes Clara y yo fuimos al centro de la ciudad para conocer más del histórico Berlín. El viaje comenzó en el bus 100, arriba, adelante del todo. Donde toda visita a Berlín debe comenzar si has sido capaz de pegarte con las masas por llegar a tan preciado sitio: el asiento de adelante de todo en el piso de arriba del bus 100. Un placer que muy pocos han tenido…

El sábado fuimos a la East Side Gallery, el trozo más largo que aún queda del Muro y hoy en día lugar de encuentro para grafiteros y curiosos. Porque la gente se empeña en venir a ver el muro; un muro que tiraron hace 20 años. Desde ahí luego al Alexanderplatz donde había una exhibición/ensayo/vamos a que nos vean/a ver si sacamos dinero/a ver si vendemos algún CD de una asociación de carnaval¿istas? berlineses típicos de Colonia.

Finalmente entramos en el antiguo museo de la DDR (que NO significa Dance Dance Revolution) a ver como se vivía en el “este”. Probablemente el museo más lleno de gente que he visto nunca.

Esto es lo que más le gustó, disgustó, fascinó, desfascinó, fotografió, borro de la cámara, memorizó, compró, robó (no, es broma), probó, tocó, pisó y vio con sus propios ojos (dos) Clara:

Si tuviera que describir en una sola palabra la primera impresión que me ha producido Berlín, sin lugar a duda sería ENORME. El viernes recorrimos todo el centro histórico desde Alexanderplatz hasta la puerta de Brandenburgo visitando la Torre de la Televisión (más conocida como la torreta en la que cuando sale el sol sale una cruz y por ello casi llevan a la hoguera al arquitecto), la Isla de los Museos, el Ayuntamiento, etc. Como después estábamos ligeramente reventadísimos fuimos a saciar nuestra hambre a un puesto típico navideño donde nos metimos una salchicha tamaño alemán entre pecho y espalda (salchicha más panecillo, igual 1.5 euros, que al cambio irlandés vendría siendo medio panecillo aproximadamente).


El sábado vi el famoso Muro de Berlín que resulta que, como comprobé después, no lo han tirado del todo si no que se encuentra repartido entre las tiendas de recuerdos de la capital y alrededores. Volviendo hacia el centro en tranvía, vimos a un montón de gente disfrazada y, cómo no, nuestro espíritu español de cotilleo nos llevó a tener que bajarnos para comprobar que había… pero no defraudó. Estuvimos bailando con unos señores disfrazados del ejército de Napoleón que tocaban música carnavalesca. Seguimos nuestro recorrido disfrutando de mercadillos y música callejera y llegamos al sitio típico berlinés donde los haya: el kebab. Tras degustar tal exquisitez centroeuropea (dicho sea de paso, kebab XXL más Coca Cola de Vainilla 0.5 litros igual 4 euros; al cambio irlandés recibiría solo el pan de pita) fuimos al museo de la DDR y terminamos la jornada de turistas para celebrar el cumpleaños de D.Ch.

Notas aclaratiorias al texto anterior: 1. El tranvía no es tranvía, es metro que va por encima de la tierra y cuyo nombre se desconoce aún. 2. El kebab aquí se llama Döner y es un producto de belleza porque: “Döner macht schöner” 3. DDR tampoco significa un tipo de memoria RAM.

¡Esto es todo!

De momento…